Hay discursos que llevan dentro verdad, humanidad, hondura, sencillez y ternura. Todo eso consiguió Ángela Molina al recoger el Goya de Honor en esa especial gala del cine español que tuvo lugar hace unos días. Empezó dando gracias a Dios –y no es poco en un mundo de fe vergonzante–, y a partir de ahí todo fue un enlazar palabras sobre la familia, la gratitud, el amor, el tiempo… de la gente de España, de la necesidad de darse para saberse vivo… Merece la pena escucharla. Tal vez la vida se parezca al cine, «no se disfruta sin los demás».
«Solo porque he recibido tanto de la vida, encuentro esta noche el valor para dirigirme a todos vosotros. Necesito valor. Quiero dar gracias a Dios por todo. Por el amor, la mejor manera que conozco de dar las gracias por todo. Un amor que no distingue lo sagrado de lo vivo. cuando os hablo de mis padres me invade una ola de amor que me late el corazón y me devuelve la vida. Yo quiero dar las gracias a mi padre por mi madre. Este Goya es vuestro. Con todo mi honor. Gracias. Y este Goya igualmente es de toda mi familia adorada. Y ellos saben que son mi corazón. Esta noche queridos míos gracias a la generosidad de la Academia recibo el Goya de Honor del año 2021 y lo recibo llena de agradecimiento. Con alegría y con serenidad, si cabe. Porque sois vosotros mis compañeros y compañeras de profesión los que os habéis acordado de mí. Porque el rodaje ha sido muy hermoso, increíble de tan verdadero. Y alegría porque hemos estado juntos lo suficiente para poder esta noche volverlo a estar improvisando puentes que ninguna pandemia pueda arrebatarnos. Con serenidad por la paz que me otorga comprender que solo será mío si lo es también de todas y cada una de las personas con las que he trabajado. Seres humanos de todos los oficios del cine que me han acompañado y, a veces, sostenido. El cine, nuestro cine, ha marcado el calendario de mi vida. Ha sido horizonte y camino. Un viaje hacia el ser humano hecho por humanos. Se nos van las horas hablando de nuestro trabajo. necesitamos compartir nuestro entusiasmo para sentir que es verdadero. Necesitamos sentir que nos necesitamos. Hace algún tiempo, mucho para los calendarios y ninguno para el corazón, mi padre cantó en este teatro. No imaginaba él aquel día que un día su hija recibiría en este mismo escenario lo que para él era el alma de su arte, el cariño del público. Que sea Málaga, la ciudad de mi padre, mi paraíso, el lugar que la vida escoge para que vosotros me mostréis vuestra fidelidad me hace sospechar que el azar es cómplice del amor. Si supiera, os hablaría de la luz de mi España entera, de su aire fino que disuelve las penas. Pero siempre os estaría hablando de su gente, generosa, noble, buena, leal, amiga en las horas más difíciles que necesita vivir para querer y querer para vivir. Quiero darle las gracias al cine por haberme llevado con él y por enseñarme de todas las cosas un milagro. Quizás, tal vez, la vida se parezca al cine. No se disfruta sin los demás. Gracias.»