Hace unos años, hablando con mi acompañante espiritual sobre lo mal que estaba mi equipo, mi grupo de amigos, el mundo, me dijo “Oye, qué bueno que tengas la gracia de tener un don de ser consciente de las emociones y los fallos de los demás… pero cuando los dones te empiezan a separar de los otros, hay que tomar distancia, desapegarse de ellos, y volver al amor, que es más valioso que tener la razón. Los dones son un medio, no un ídolo, y el mal espíritu puede aprovecharse de lo bueno para llevarnos a lo malicioso.”
Me quedo pensando cuántas veces mis virtudes las ha usado el mal espíritu para crecer mi soberbia, mi separarme (demonio viene de “dividir”) de los demás, y dejar de servir sino ponerme en el centro y calcular a los demás y al mundo desde mí y no desde el amor. Por más “buenas” que sean mis capacidades, también sobre mi uso de ellas debo hacer un Examen o revisión recurrente, no vaya a ser que, sin darme cuenta, estén siendo mi fin y no medios de Dios para amar y servir mejor a los demás.
Decía Jorge Loring SJ que los dones que Dios nos da, a veces los usamos también luego para con ellos pecar…