Exposición del Santísimo y canto
Señor venimos ante ti con el deseo de que nos enseñes a rezar, de aprender a escuchar tu voluntad para nuestras vidas. Venimos ante ti para adorarte y alabarte. Hoy, día en que celebramos a todos los Santos y Beatos de la Compañía de Jesús queremos pedir de modo muy especial por las vocaciones a esta Compañía. Para que muchos jóvenes sigan respondiendo con generosidad a tu llamada que dice: “ven y sígueme”. También queremos encomendar a todos aquellos jesuitas que se han consagrado a tu servicio, para que los protejas y te sigan cada día con mayor entrega. Ayúdanos, a todos los aquí reunidos, a estar atentos a tu llamada, ya sea para una vocación a la vida religiosa, al matrimonio, o a cualquier camino que hayas soñado para nosotros.
Canto
Del evangelio según san Lucas 5, 1-11.
Una vez que la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
El evangelio nos presenta una escena de la vida cotidiana de unos pescadores. Acabada la faena, toca la labor más desagradable: recoger y lavar las redes. Cansados y con ganas de llegar a su casa después de un día desastroso, Pedro y Andrés reconocen, en medio del alboroto que se ha formado a la orilla del lago, a Jesús. Ya lo habían conocido cuando todavía eran discípulos de Juan el Bautista y recordaban, ahora, cómo les había ardido el corazón en aquella ocasión, cuando lo encontraron por primera vez.
La sola presencia de Jesús hace que los que serán un día apóstoles recobren la esperanza de que el día todavía no ha acabado y cualquier cosa puede suceder. Escuchan al Maestro con gusto de manera que, ante su petición, ¿cómo negarse a volver a ensuciar las redes? A pesar de no haber pescado nada en todo el día, Jesús es siempre digno de confianza. Total, no es algo difícil lo que le pide a Pedro. ¿Qué habría sido de este pescador si no hubiera hecho caso a Jesús? La realidad es que un simple acto de obediencia desencadena el acontecimiento que cambiará su vida. Quizá sea la primera vez que Pedro experimenta, tan de cerca, la generosidad de Dios. Las redes no dan abasto y las defensas de Pedro caen como si de las murallas de Jericó se tratara.
Canto
El milagro y el estupor de Pedro son consecuencia de la irrupción de Jesús en medio de un mal día en su vida corriente. También yo estoy llamado a sorprenderme al descubrir su presencia y acción en mi vida cotidiana. Pedro siente vergüenza y se ve indigno delante del Maestro. Sin embargo, Jesús le mira con otros ojos y le dice: «No temas, en adelante serás pescador de hombres». Si la debilidad de Pedro no fue obstáculo, tampoco la mía debe serlo. También yo puedo responder: «ya que lo dices, Señor, echaré las redes».
Pedro, Andrés, Santiago y Juan lo dejan todo para seguir a Jesús. La vida de los apóstoles se identifica tanto con la de su Maestro que, todo lo demás, pasa a un segundo lugar. La llamada de Jesús se presenta tan sencilla como radical. No les da detalles de cómo será su vida en adelante, sólo les invita a seguirle y confiar… Hoy, como ayer, Jesús sigue haciéndose el encontradizo, sigue llamando a jóvenes para que dejándolo todo lo tengan Todo. Y a ti, ¿para qué te llama?
Canto, bendición reserva y canto a María