Existen hoy diferentes concepciones y maneras de vivir la libertad. Muchas se reducen a hacer «lo que me dé la gana» y sin límite alguno, olvidando la dosis de responsabilidad que conlleva cada una de mis decisiones dado que estas tienen sus repercusiones y consecuencias en uno mismo y en los demás. Desde esta óptica el deporte se convierte en escuela de verdadera libertad: aquella que asume y carga con la responsabilidad de los propios actos.
No existe juego o competición que no esté reglada por sus normas concretas. Porque no todo vale, y porque para poder divertirse o competir hay que partir de que todos cumplirán lo acordado previamente y que, en caso de no hacerlo, asumirán y respetarán las penalizaciones o castigos. Sin esto nunca sería posible jugar, dado que el sentido profundo de las mismas es posibilitar que el punto de partida sea el de igualdad de condiciones. Es por eso que en muchos deportes se hace habitualmente una distinción por sexo, edad, tamaño, grado de discapacidad, etc. para que el punto de partida no sea exageradamente desigual. El deporte es justo porque parte de unas mismas reglas para todos, pero lo hace sin coartar la libertad y creatividad de deportistas y entrenadores que han de buscar sus estrategias para conseguir las metas buscadas sorprendiendo a los rivales dentro de dichos parámetros.
San Pablo escribió: «Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; pero no vayáis a tomar la libertad como estímulo del instinto; antes bien, servíos mutuamente por amor» (Gal 5, 13). Esto significa que vivir con deportividad es aceptar que la propia libertad viene encauzada por unos límites comunes para todos, y que el amor es buen consejero. También el saber cargar con las consecuencias de salirse de dichos límites y el tomar conciencia de que los más pequeños miran y aprenden de lo que ven. Vivir con deportividad supone tomar conciencia de que todo lo que se hace y se dice –y todo lo que deja de hacerse o decirse– tiene sus efectos y consecuencias; y que la responsabilidad última los mismos se encuentra en el ejercicio de mi libertad.