Dame causas

«En  esto se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se inundaba» (Mc 4, 37)

Para que no me quede solo en las palabras. Para que tu rostro se confunda con rostros de hombres y mujeres que, hoy, me hablan de ti… Dame algo por lo que luchar, aunque parezcan cosas pequeñas, en las que el mundo se vaya haciendo más humano y mejor. Empújame un poco si me ves demasiado quieto. Inquiétame un poco si me ves dormido. Espabílame si no me pongo en camino. Ilumíname si me notas ciego, y agudízame el oído si me encuentras sordo. Con tantos como ya están luchando.

¿Por qué estoy luchando en mi vida en este tiempo?

¿Quiénes son mis compañeros de camino?

¿Me dejáis solo?

 

¿Me dejáis solo? 

¿Con la verdad?

¿Por qué no me ayudáis 

a examinar la piedra fascinante 

que me ha atraído siempre a la frontera?

Los caminos trillados 

son caminos de todos. 

Nosotros, por lo menos, 

debemos arriesgar estas veredas 

donde brota la flor del Tiempo Nuevo, 

donde las aves dicen la Palabra 

con el vigor antiguo, 

por donde otros arriesgados buscan 

la humana libertad...

Si el corazón es limpio 

no ha de atraparnos nunca 

la noche intransitable. 

El viento y las estrellas 

nos dictarán los pasos.

¿Por qué me dejáis solo, 

con o sin la verdad?

 

Pedro Casaldáliga

PastoralSJ
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