
Aquí y ahora
«Todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Empezó a decirles: 'Hoy se cumple la profecía que acabáis de escuchar'» (Lc 4, 30-21)
El aquí y el ahora no han de entenderse como el carpe diem no tiene memoria ni mira al futuro. Pero aun así hay un aquí y un ahora que son ciertos. El aquí de tantas personas que necesitan respuestas, paz, pan. El aquí de quien busca su lugar en el mundo. El aquí de quien lo ha encontrado. El aquí de los jóvenes que se preguntan qué hacer de sus vidas, los que sueñan con un futuro mejor (o simplemente un futuro) para los suyos. El aquí de los solitarios sedientos de compañía. El aquí de quienes se aman y sienten que es para siempre. El aquí de quienes viven la rutina como algo estéril, y no encuentran motivos para la pasión. El aquí de quien ha encontrado motivos para creer. El ahora de ponerse en marcha de una vez para encontrarnos, para ir regando las historias con agua viva; ir curando cada herida con ternura; ir poblando los silencios con palabra eterna –que habremos de tomar prestada en Aquel que es Palabra–.
- ¿Sientes que tu aquí y ahora merece la pena?
- ¿Se te ocurren otras verdades desnudas?
Parábola
Ciertos pescadores sacaron del fondo
una botella.
Había en la botella un papel,
y en el papel estas palabras:
«¡Socorro!, estoy aquí.
El océano me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla
y espero ayuda.
¡Dense prisa. Estoy aquí!»
– No tiene fecha.
Seguramente es ya demasiado tarde.
La botella pudo haber flotado mucho tiempo,
dijo el pescador primero.
– Y el lugar no está indicado.
Ni siquiera se sabe en qué océano,
dijo el pescador segundo.
– Ni demasiado tarde ni demasiado lejos.
La isla 'Aquí' está en todos lados,
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo,
cayó el silencio.
Las verdades generales
tienen ese problema.
(Wislawa Szymborska)