El reto

«Bendito el Señor, mi roca, que me prepara para la lucha» (Sal 144)

Tu palabra también puede provocar; exige, invita, llama… me enfrenta con mis contradicciones. Me asusta si me veo demasiado incapaz de seguirte. O me inquieta si intuyo en el camino dificultad o renuncia. Es una palabra que habla de seguimiento y radicalidad, de pasión y entrega, de muerte y de Vida. Una palabra hermosa y difícil. Por eso te pido que no me dejes domesticarla. No me permitas poner sordina a tu voz en mis oídos. No me dejes defenderme ni excusarme. Dame valentía para dejar que tu palabra cale hondo, para vivirte en serio, para dejar que tu amor me desnude un poco, para darme a tu manera.

¿Qué retos pone en mi vida el evangelio?
¿En qué me inquieta, me sacude o me provoca?

La última inocencia

 

Partir
en cuerpo y alma
partir.

 

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

 

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.

 

He de partir.

 

Pero arremete ¡viajera!

 

(Alejandra Pizarnik)

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