Los motivos de fuera

«Me agito en mi ansiedad, me turba la voz del enemigo, la presión del malvado» (Sal 55)

Sinceramente, también hay motivos que no dependen de mí, y, sin embargo, son tan reales… Las noticias que, de tan repetidas, se me han vuelto lejanas. Pero, cuando las pienso, estremecen. Todos esos rostros que me hablan de vidas en permanente crisis. Porque falta la paz, el pan, la educación, el acceso a la salud… Vidas en permanente tensión cuando se vive desde enfrentamientos estériles, rencores, descalificaciones. Vidas en permanente zozobra cuando calla el amor y habla el egoísmo. Lejos y cerca.
También aquí te pido, Señor, que me des un corazón sensible, entrañas de misericordia, capacidad para conmoverme y no cerrar los ojos ante todo eso que ocurre. Porque, para esas vidas heridas, sé que tú tienes respuesta. Pero tenemos que encontrarla juntos.

- ¿Me entristece a veces el mundo?

La guerra

La guerra tiene labios azulados,
ojos de soledad, carne de frío,
campos de noche eterna, gesto airado,
inviernos sin otoño y sin estío,
la guerra…
tiene niños asombrados,
manitas de miseria y extravío,
cierzos que cortan vidas y sembrados,
grises atardeceres, sol sombrío,
la guerra…
tiene dientes afilados,
cuchillos de acerado desafío,
boquitas de hambre triste y rostro helado,
inmensa podredumbre hacia el vacío,
la guerra…
tiene el ceño ensangrentado,
harapos y negrura de atavío,
alaridos sin nombre y sin soldado,
desbordadas las venas, turbios ríos.
La guerra…,
sal en la herida abierta de la tierra

(Antonia Alvarez Alvarez)

 

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