No te asuste ser débil
«Como un padre se encariña con sus hijos así de tierno es Yahvéh con los suyos, que él sabe de qué estamos hechos, sabe que sólo somos polvo» (Salmo 103)
Acabaríamos antes aceptando los límites, reconociendo que uno no puede hacer todo, luchar en todos los frentes, optar por todas las causas, convencer a todas las personas. Acabaríamos antes riéndonos de nuestras flaquezas, aceptando nuestras incapacidades, pidiendo ayuda, expresando cansancio, enfado, duda o hastío, en lugar de buscar razones para justificarlo todo. Nadie nos pide ser dioses, ni perfectos. Tan sólo se nos pide arriesgar un poco, con los otros cercanos y los otros distantes.
Pienso con calma, sin regodearme en ello, pero sin llenarme de propósitos tampoco, en las preocupaciones que me asaltan en este tiempo de mi vida
Le pido a Dios calma y entereza para avanzar por la vida, por mis estudios, o mi trabajo, o mi búsqueda de un lugar en este mundo.
No tengas miedo
No tengas miedo de querer. No tengas
ni el temor de llorar ni de llorarte.
¿Por qué ser murallón, torre o baluarte
trepando sobre inútiles arengas?
Desciende y echa a andar. No te detengas
que la vida es amor. Y amar un arte
que se sabe y se aprende. Y se comparte.
Simplemente no niegues. No intervengas.
No te encierres. No cierres tu espesura:
no te quita entereza la dulzura
ni quedarás más pobre cuando has dado.
No tengas miedo. No, no tengas miedo.
Vive en el redondel, el riesgo, el ruedo:
nunca se ama bastante o demasiado.
Julia Prilutzky Farny
