Con corazón agradecido

«Cantad a Yahveh en acción de gracias, salmodiad a la cítara para nuestro Dios» (Sal 147, 7)

Al terminar etapas, o ciclos, o cursos, como que parece natural el echar la vista atrás y pensar: «¿qué ha pasado?» «¿Cómo ha sido todo?» «¿Se cumplieron mis expectativas?» «¿En qué he acertado, y en qué he podido equivocarme?»… Es necesario que nuestras miradas atrás no se conviertan en una evaluación de objetivos puramente formal. Aunque haya muchas cosas pequeñas que revisar, lo más importante es valorar las cosas que, en mi vida, van suponiendo la entrada de la humanidad a borbotones (la propia y la ajena). Y, mucho antes de evaluar o planificar, previo a todo análisis riguroso, es justo dar un tiempo al agradecimiento.

En este contexto, puedo dedicar un tiempo a ir recorriendo los nombres, los rostros, las historias que se han ido cruzando con la mía en el curso que termina. Y, ante todo, le doy gracias a Dios: por lo que han aportado, por lo que han enseñado, por lo compartido, por lo buscado, por lo encontrado y lo que aún sigue pendiente; por los sueños y por las presencias; por las palabras dichas y los silencios acompañados; por los nombres de mi vida y sus historias. Y siento que en mi descanso también esas historias reposan conmigo. 

Gracias; al fin del día

 

Gracias, porque al fin del día

podemos agradecerte

los méritos de tu muerte,

y el pan de la Eucaristía,

la plenitud de alegría

de haber vivido tu alianza,

la fe, el amor, la esperanza

y esta bondad de tu empeño

de convertir nuestro sueño

en una humilde alianza.

 

José Luis Blanco Vega

 

Relacionados

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.