La buena imagen
Jesús le dijo: «Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre». Él, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud». (Mc 10, 18-20)
Dejar ver lo bueno es una primera opción. Vivo muchas veces teniendo que demostrar. Supongo que es muy humano, esto de querer «dar una imagen» lo mejor posible de uno mismo. Y según los valores que tengas quieres hacer ver una u otra cosa. El que ama el dinero quiere mostrar opulencia. El que ama el placer tiene que demostrar que goza y vive en una fiesta perenne. Quien valora lo físico cuida su estética para exponer su mejor cara (o cuerpo). El que persigue el bien quiere ser virtuoso. El obsesionado por el orden transmite eficiencia y el que ama el poder se representa tan enérgico como puede.
Sospecho que esto no hay quien lo cambie. ¿Quién querría enseñar lo 'peor'? ¿Quién querría exponer lo 'malo'? ¿No sería un tipo de exhibicionismo impúdico? Pero nuestra verdad es más que eso, y en su dolor, más hermosa.
¿Qué es lo que espero yo que vean otros cuando me miran?
¿Qué es lo bueno? En el fondo, ¿qué es lo que valoro?
¿Qué es lo que ama el que quiere mostrar a Dios?
Canción
Nunca fue tan hermosa la mentira
como en tu boca, en medio
de pequeñas verdades banales
que eran todo
tu mundo que yo amaba,
mentira desprendida
sin afanes, cayendo
como lluvia,
sobre la oscura tierra desolada.
Nunca tan dulce fue la mentirosa
palabra enamorada apenas dicha,
ni tan altos los sueños
ni tan fiero
el fuego esplendoroso que sembrara.
Nunca, tampoco,
tanto dolor se amotinó de golpe,
ni tan herida estuvo la esperanza.
Piedad Bonet
