
Días radiantes
«El Señor es mi pastor: nada me falta. En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas» (Sal 22)
Pero hay días luminosos, en los que se disipan las nubes y todo vuelve a su sitio. Esos días piso fuerte, sonrío mucho, escucho bastante, hablo por los codos. Esos días brillan un poco más los ojos y quien me encuentra se siente bienvenido. Entonces me doy cuenta de lo importante que son los otros en mi vida. Y miro con más pasión al mundo, y con más intensidad a sus heridas, y con más fe el futuro. Esos días Dios parece más cerca, más claro, más vivo… Esos días conjugo menos el 'yo' y me asomo más a otras vidas.
Y quizás en esos días también toque reírse de uno mismo. Rebajar el nivel de euforia. Asumir que uno ha estado antes como un cohete, y que hay en la vida problemas, heridas, cansancios y fatigas. Apoyarse en la fe en quien está más allá de nuestras tormentas y nuestras calmas. Buscar a los otros, para compartir con ellos la alegría… y seguir sonriendo.
¿Cómo son tus días buenos?
¿Qué te lleva a sentirte alegre?
¿Cómo te comportas en esos momentos?
Hombre que mira más allá de sus narices (II)
…menos mal
que me conozco
menos mal que mañana
o a más tardar pasado
sé que despertaré alegre y solidario
con mi culpita bien lavada y planchada
y no solo se me abrirán las puertas
sino tambien las ventanas y las vidas
y la carta que espero llegará
y la leeré seis o siete veces
y las malas noticias de los diarios
no alcanzarán a cubrir las buenas nuevas
y la que quiero
pensará en mi hasta conmoverse
y lo que es muchísimo mejor
los coroneles me echarán al olvido
y no solo yo muchos otros tambien
se sentirán solidarios y alegres
y a nadie le importará
que el cielo se derrumbe
y más de uno dirá que ya era hora
y mi sombra empezará a mirarme con respeto
será buena
tan buena la jornada
que desde ya
mi soledad se espanta
(Mario Benedetti)


