Hoy veía un video de cómo llegaba una patera, una de las muchas que se lazan al mar, a una playa justo a unas calles de distancia de mi casa. Acto seguido cuando abría mis redes sociales, veía un vídeo de una niña de apenas tres o cuatro años de edad pasando por debajo de una verja de pinchos cubierta con un cartón para protegerse de ellos. También podría mencionar otra noticia, del mismo día, de un trágico apuñalamiento en un colegio por parte de una alumna a sus profesores y algún compañero…

Veo un mundo de sufrimiento, que se normaliza en el día a día de muchas personas que viven situaciones desesperadas. Mientras, otra gran parte de la población vive ajena a estas realidades o, si ven estas noticias, las olvidan al momento

Con todo esto se alza la pregunta de dónde esta Dios… Pues allí en segundo plano y con los ojos empapados en lágrimas se halla Jesús acompañando todo este sufrimiento y sobre todo, respetando la libertad del hombre. Es difícil de asimilar que todo este sufrimiento se pueda definir como las lágrimas de Dios… nuestro Dios y Padre está llorando por nosotros, por hacernos libres y ver cómo la creación se está destruyendo en nuestras manos.

Somos cristianos y conscientes de que detrás de este sufrimiento se encuentra Jesús crucificado. Por ello no podemos ser conformistas con la imagen de la Cruz en el hermano. No nos vale que sólo Jesús llore. El cristiano es inconformista con la realidad terrenal porque aspira a algo más. Estamos llamados a más; a consolar, a sufrir por el mundo, a hacernos conscientes de la realidad, a orar por todos y a actuar.

 

Te puede interesar