Cuando las redes sociales fueron aterrizando en nuestra vida, no era raro que no usáramos nuestro nombre real, el uso de un alias es incluso algo que casi todas las redes nos ofrecen. Quizás porque teníamos una mayor conciencia de nuestra privacidad, o más bien porque preferíamos que las personas que nos conocían no nos encontraran y vieran lo que realmente publicábamos.
Y es que muchas veces encontramos perfiles en redes en los que no somos capaces de reconocer a la persona que está detrás de ellos, por muy amigos que seamos. Los más tímidos son los que más publican, los que están siempre conectados. Los más extrovertidos apenas publican. Nuestro amigo el deportista solo publica fotos de comida y ese que no se mueve del sofá no para de contarnos sus estadísticas de deporte.
Eso está cambiando. Ahora nuestras redes están llenas de gente que conocemos, familiares, compañeros del trabajo, amigos de la infancia… gente que sabe si lo que publicamos es cierto, o si esa foto que etiquetamos como hecha en las playas de California, realmente corresponde a nuestro veraneo en Torremolinos. Poco a poco nuestras vidas en las redes van siendo una expresión de nuestra vida real, más que una vida virtual, paralela, pero con poco sustento en nuestro día a día.
El siguiente paso va a pasar por heredar los perfiles de nuestros familiares y amigos. Parece que Facebook ha habilitado ya una función que permite que preveas qué ocurrirá con tu perfil tras la muerte… (si quedará como algo conmemorativo, si desaparecerá, o si alguien la heredará). La propuesta ahora es considerar que nuestros perfiles en redes dejen de ser algo que nuestra familia no sabe muy bien si tenemos o no, para pasar a ser algo que les dejamos para que nos recuerden. ¿Qué crees que encontrarán tus hijos (futuros, o no) si heredan tu perfil? Quizás tu primer pensamiento haya sido «tengo que asegurarme de borrar algunas cosas». San Ignacio de Loyola, en los Ejercicios, nos pide a veces situarnos en el momento de nuestra muerte, imaginar qué pensaremos entonces de las decisiones que estamos tomando ahora. Puede ser interesante publicar pensando en eso. Pensando en qué estoy dejando para el futuro en mis redes. En cuál va a ser mi legado cibernético.
Muchos quizás prefieran asegurarse de que queda todo borrado, pero también podemos pensar en el bien que podemos hacer dejando que aquellos que más nos han querido conozcan mejor cómo pensábamos, qué nos gustaba compartir.