Si hay algo que falta en los planes de educación de los adolescentes es la formación en el uso y disfrute de las redes sociales. Esta es la típica frase que todos decimos de nuestros campos de conocimiento: ¡Hace falta formación en psicología!, ¡…en derecho!, ¡…en finanzas!, etc. Y seguramente todos tengamos un poco de razón.

Aproximadamente el 92% de los adolescentes tienen perfil en alguna de las redes sociales. El porcentaje asciende al 100% entre los 19 y los 21 años. Un dato que en 2021 ya no debería sorprender a nadie. Es posible que tú, que estás leyendo esto, hayas llegado aquí a través de una (sí, WhatsApp también es una red social).

Con estos datos, la primera afirmación del texto ya no parece tan descabellada. Desde hace unos años la formación que se imparte tiene que ver con la ciberseguridad o el ciberbullying: no aceptes a desconocidos en tu perfil, no envíes imágenes sin ropa tuyas o de compañeros, etc. Y esto es necesario. Pero claramente insuficiente.

Es habitual encontrarse cada poco tiempo noticias desagradables sobre el último y peligrosísimo reto de moda del momento. Lesiones o autolesiones, pérdidas de conocimiento autoinflingidas o situaciones irresponsables para con terceros (recuerdo ahora al caranchoa o al youtuber que envió a urgencias a un sintecho al regalarle galletas rellenas de pasta de dientes…). Pero esto, sinceramente, son extremos a los que rara vez se llegan.

Aquí traigo algunas preguntas y propuestas que, al menos a mí, me han servido para interaccionar en las redes sociales:

  1. Si dentro de cinco años cambiamos de opinión (algo que ocurrirá con total seguridad), ¿nos arrepentiremos de la publicación de hoy? Aunque con el tiempo dejemos de estar de acuerdo, se puede aprender a formular el contenido de manera creativa y elegante.
  2. ¿Vale la pena ese contenido? La información que uno comparte en internet queda subida y al alcance de cualquiera incluso aunque se cierre el perfil. Es muy difícil borrar la huella digital.
  3. Para adolescentes y jóvenes: ¿el contenido que subes es el que querrías que viese tu jefe/a? Si la respuesta es que no, entonces piénsalo dos veces. Las redes son nuestro escaparate. Hay que usarlas con cuidado y pueden condicionar el futuro laboral próximo.
  4. ¿Tu contenido es propositivo o, al menos, no hiere la dignidad de nadie o la tuya propia? Del mismo modo que uno no sale a la calle a faltar al respeto o a hacer según qué cosas, no tiene sentido salir al mundo digital de cualquier manera.
  5. ¿Es necesario hablar de todos los aspectos de nuestra vida? La sobreexposición en la red puede ser peligrosa, pero sobre todo es innecesaria. Los problemas personales se hablan mejor con los amigos que nos quieren y nos entienden.
  6. Si la gente que nos conoce viese nuestro contenido, ¿te reconocería en él? No hace falta contar toda nuestra verdad en redes, pero que lo que cuentes y se refleje de ti sí es mejor que sea verdad. Así se evita la disociación y convertir las redes en un refugio (para encontrar el refugio, releer el punto anterior).
  7. Para los creyentes: ¿nuestro contenido refleja cariño y delicadeza evangélica?
  8. Si nuestra madre leyese el contenido que publicamos, ¿estaría satisfecha con nuestra educación?
  9. ¿Y nuestro profesor/a de lengua con nuestra ortografía?
  10. Para los padres y madres: ¿sabes cómo funcionan las plataformas en las que se mueven hoy los jóvenes? Mi amigo Carlos Sanz –que es profesor y a quien he preguntado para escribir esto– dice que a él le parece necesario que haya acompañamiento en las redes a los niños. Para aprender a montar en bici, todos hemos tenido a alguien que nos agarraba el sillín –y para enseñar a montar en bici suele ser mejor si el que te enseña, sabe–.

    BONUS: 

  11. Para los profesores de escuela o instituto: Carlos también me cuenta que en su cole se envían algunas recomendaciones periódicas para, precisamente, enseñar a los padres cómo agarrar ese sillín (el de las redes, siguiendo con el símil). Es una idea.

Seguramente se escapen cosas, pero estas preguntas podrían ser una primera guía de buen uso de las redes. Las redes sociales son uno de los mejores inventos de la era moderna. Pero, como todo invento, hace falta aprender a utilizarlo. Porque el potencial es infinito, los peligros también y, aunque no nos guste la idea, ya no hay marcha atrás en todo esto (salvo cataclismo nuclear).

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