Parece sencillo así visto, entre niños. Quizás porque despierta toda la ternura y toca la fibra más sensible. Los títulos finales, en alemán, dicen: «Nada hace más feliz que ayudar a los demás». Pero la realidad es que no es tan sencillo (aunque debería serlo). Quizás porque no tenemos tiempo para ver, o no tenemos ocasión para poner nombre a las personas que pueden necesitarnos. Quizás porque nos hemos vuelto prematuramente escépticos. O quizás porque la vida nos empuja a acumular y ganar, en lugar de compartir y ser. El caso es que, ante cualquier impulso que nos recuerde el amor primero, la fraternidad, la capacidad de hacernos pequeños con los más pequeños, ojalá sepamos dejarnos llevar por ello…

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