- Porque no es la típica película vista ya muchas veces de entrenador-equipo conflictivo-superación. Aunque tenga elementos de esa épica repetida en tantas historias, aquí el camino de vuelta es mucho más personal y complejo.
- Porque Ben Affleck –quién lo iba a decir– lo borda. Sin estridencias, sin excesos, sin pretender lucirse, es sutil en su descripción del dolor, de la evasión, de la tormenta interior, en su intensidad como entrenador fiero y competitivo, y dejando ver destellos del hombre alegre que en otro tiempo pudo ser.
- Por un guion que, lejos de recrearse en los aspectos más emocionales –y sería una tentación clara– para forzar la lágrima o la dulzura, acepta ser coherente con su punto de partida, que es el narrar una historia de adicción y duelo.
- Aparte de Affleck, el casting no incluye otros nombres conocidos ni rostros familiares –al menos en España–. Eso, en este caso, es un verdadero acierto a la hora de conseguir que inmediatamente nos identifiquemos con un mundo de perdedores en busca de una oportunidad.
Sinopsis
Jack Cunningham está alcoholizado. Su ex-mujer pasa página. Se va distanciando de su familia. Atrás quedaron sus días de gloria juvenil como estrella del baloncesto. La llamada del rector de su antigua escuela para pedirle que se haga cargo del equipo de baloncesto le dará un nuevo aliciente. Pero, ¿será capaz de rehacer su vida?
¿Por qué ver "The Way Back"?
Para pensar
(En esta parte puedes encontrar algunos spoilers)
- El camino de vuelta del que habla el título puede parecer que es el del equipo de baloncesto que pasa del fracaso y la apatía al triunfo. O el de la antigua estrella que ve reverdecer los laureles, ahora como entrenador. Pero no es así. Es el camino de regreso de las adicciones –y del duelo– que en este caso van muy unidos. ¿Qué se puede intuir en la película sobre este camino?
- Solo cuando Jack se deje ayudar será capaz de empezar el lento camino del regreso, y esto solo ocurre cuando toca fondo. A veces es muy difícil dejarse ayudar, o darse cuenta del pozo en el que uno está.
- Cuando parece que la película se ha convertido en una historia vista mil veces sobre el camino de un equipo a la gloria, vuelve a aparecer el alcohol. Eso es un acierto del guión. No engañarnos. No vendernos que el encontrar una motivación en el deporte basta. Las heridas de Jack están ahí, solo esperando para emerger. No hay soluciones mágicas en la vida.
- Aunque, como ya hemos dicho, lo esencial del guión no es la trama deportiva, sin embargo sí es muy interesante lo que nos muestra sobre el papel del entrenador como educador, su influencia en los jóvenes, su capacidad para motivar, exigir, poner límites, ayudar a creer en uno mismo… ¿Qué podemos aprender de Jack Cunningham como entrenador/educador?
- El rector de la escuela enfrenta a Jack con la responsabilidad por sus acciones. Puede resultar duro, pero cuando le confronta por su falta de profesionalidad y le «castiga» en consecuencia, ¿crees que le está ayudando o le está perjudicando? ¿No es, en realidad, lo mismo que hace el propio Jack al expulsar a uno de los jugadores que no se toma en serio el entrenamiento? A veces hay que ayudar a la gente a mirarse al espejo a la cara.
- La conversación entre Jack y el sacerdote en el autobús, al volver de un partido, a propósito del ejemplo que se les da a los chavales con la propia conducta, es una joya sobre la educación. Quien educa no es consciente de la influencia que su vida y su ejemplo puede tener en aquellos con los que trabaja.
- ¿Cómo procesar el dolor?
- En una película típica llegaríamos a un final épico-deportivo-emotivo de abrazos, victoria y happy ending. Aquí la opción es mucho más valiente. Jack está en camino de vuelta. Pero ese camino es largo. No se soluciona en cinco minutos de película. Y supone además renunciar a mucho de lo bueno que ha puesto en marcha. Es otra lección interesante para nuestro mundo, tan ávido de recompensa sin esfuerzo.