- A día de hoy es difícil que soltemos el móvil o no nos distraigamos cuando vemos cine. Esta es una de esas películas que te absorben y te meten tanto en la historia que llegas a sentir el calor sofocante que Sidney Lumet (director de la película) transmite en los fotogramas de dentro de la sucursal. «Tarde de perros» podrías decirlo tú de un día de insoportable canícula, pero lo cierto es que aquí, además de calor, hay tensión. Están armados, están nerviosos y todo puede salir mal. O bien.
- Por Al Pacino y John Cazale. Los dos, elenco más que evidente de El Padrino (1972). El primero en plena efervescencia por su papel en aquella y el segundo, tal vez más rezagado, también de la familia de don Vito. Son el yin y el yang en la pantalla. La efervescencia y el miedo (como si no pudieran ser lo mismo). No perdáis de vista a Cazale: pocas veces alguien tan débil te puso tan nervioso.
- La película juega mucho entre lo jocoso y lo dramático. Algo va a pasar, pero no sabes cuándo (y aquí vuelve la tensión). Y esto lo piensas mientras te ríes porque nada es lo suficientemente serio, pero «la broma» está yendo demasiado lejos.
