- Por su originalidad. Lejos de ser irreverente la propuesta cómica e irónica con la que el director enfrenta el nazismo nos ayuda a empatizar con la mirada del niño y a dejarnos golpear por la dureza de haber normalizado la xenofobia, la violencia y el totalitarismo.
- Por su estética, marcada por el contraste de colores entre buenos y malos. El color nos habla de la experiencia del niño, que vive la tragedia desde sus categorías naturales: juego, imaginación o sueño. El color se vuelve especialmente significativo en el personaje de la madre, Rosie (Scarlett Johansson), caracterizada a medio camino entre Robin Hood y el movimiento hippie.
- Por su simbolismo, muy relacionado con lo anterior. En la película la música, el baile, la ropa son algo más que acompañamiento. Bailar es símbolo de libertad, solo donde hay libertad queda espacio para poder bailar, aunque sea a escondidas. Especial atención al papel del vestuario, y como la estética psicodélica juega un papel liberador ante el gris de la barbarie.
- Por la historia de Elsa y Jojo. Elsa, la niña judía que recuerda al arquetipo Judit, y Jojo descubrirán desde su corta edad el valor y la necesidad del diálogo y los riesgos de ver al diferente como un enemigo.
- Por la ternura que recorre la cinta: el hogar, la figura de la madre-heroína, la inocencia de Yorki o la tierna incapacidad de Jojo para atarse los zapatos en un mundo que mientras tanto le exige llevar un fusil al hombro.
Sinopsis
La historia de Jojo es la historia de un niño que sin saber aún atarse los cordones de los zapatos vive inmerso y convencido, todo lo que puede estarlo un niño, en el nazismo. Un alemán de diez años que , en su permeabilidad infantil, tiene a Hitler como amigo imaginario, juega a la aniquilación del pueblo judío y aspira a ser un héroe de guerra. La vida, y especialmente el amor, le hará emprender una auténtica aventura de descubrimiento, tan dura como hermosa.
¿Por qué ver "Jojo Rabbit"?
Para pensar
- La introducción de la película nos sitúa ante una de las interrogantes fundamentales de la cinta ¿Cómo pudo naturalizarse el totalitarismo en una sociedad moderna? Y el director juega con el paralelo entre el movimiento fan de los Beatles y el fanatismo. ¿En qué medida nos ponemos en peligro de diluir nuestra identidad en la masa? ¿No corremos el riesgo de dejarnos llevar por las ideas de otros cuando nos sumergimos en la moda? La película creo que nos invita al pensamiento crítico, a pararnos y mirar los planteamientos de nuestro mundo y ejercer ante ellos una reflexión y opción personal.
- En el contexto recurrente del debate educativo de nuestro país Jojo Rabbit nos ayuda a tomar conciencia de la permeabilidad de la mente de un niño. Y en este sentido se plantea otra cuestión ¿qué papel deben jugar los padres? Rosie (Scarlett Johansson) buscando proteger a su hijo, oculta en buena medida la realidad en la que ella misma vive. ¿Hasta que punto es bueno que colorear la realidad? ¿Cómo se le habla a un niño de la muerte, del odio, de la barbarie?
- Uno de los diálogos clave de la cinta, a mi modo de ver, es la respuesta salomónica de Elsa para explicarle a Jojo en que se sostiene su nazismo: No eres un nazi, Jojo. Eres un niño de 10 años, al que le gustan las esvásticas y le gusta vestirse con un uniforme gracioso, y quiere ser parte de un club. Pero tú no eres uno de ellos. Jojo es un preadolescente en busca de identidad y recurre, como muchos jóvenes hoy, a las llamadas «ideologías fuertes», propuestas que ofrecen una identidad reconocible. ¿No tenemos en las opciones radicales o extremas de nuestro panorama social motivaciones muy cercanas a las de Jojo?
- Por último, una pregunta ¿había nazis buenos? ¿quedaba espacio a la bondad entre una sociedad plegada al totalitarismo y la xenofobia? Jojo Rabbit creo que da pie a entender también el miedo a la represalia, la cobardía de quien no se veía capaz de oponerse a la fuerza mayoritaria. Y ahí aparece el capitán Klenzendorf (Sam Rockwell) un personaje histriónico cuyo sentido no aparecerá hasta el final de la película, pero que nos puede llevar a preguntarnos si no hemos perdido la fe en la humanidad, en que incluso cuando todo parece oscuro, los malos pueden redimirse si dejan espacio a la conversión.