- Porque consigue contar una historia atroz –y en este caso el «basado en hechos reales» es lo que estremece–, con tensión, con humanidad, y sin recrearse en la violencia
- Por las interpretaciones principales (Don Cheadle y Sophie Okonedo fueron nominados a los Óscar como mejor actor y actriz secundaria)
- Por un guion –también nominado al Óscar– que consigue mostrar la violencia sin recrearse en ella, transmitir la tensión, e ir construyendo una historia de suspense que atrapa al espectador a la vez que permite intuir el alcance de lo ocurrido
- Por una producción artística notable (con momentos especialmente logrados, como ese descubrimiento de una matanza en medio de la niebla)
- Por la banda sonora, sutil, que juega su papel y acompaña sin imponerse ni forzar emociones
Sinopsis
El 7 de abril de 1994, estalla en Rwanda un conflicto largamente larvado. Ante el asesinato del presidente ruandés tras firmar un discutido acuerdo de paz entre las etnias mayoritarias del país, una mayoría de población de la etnia hutu se echa a las calles para asesinar a machetazos a la minoría tutsi. Durante cien días cientos de miles de personas son asesinadas a machetazos. En el «Hotel de las Mil Colinas» Paul Rusesabagina, el gerente, un hutu casado con una mujer tutsi, hará lo imposible para evitar que las matanzas lleguen al recinto. El hotel se convertirá en una isla de protección para los tutsis que se refugian entres sus paredes, en medio de una tensión creciente, y ante la ambigüedad de los occidentales que se niegan a implicarse.
¿Por qué ver "Hotel Rwanda"?
Para pensar
- Al principio de la película se deja ver cómo las «diferencias étnicas» que están en la base del genocidio ruandés son, en realidad, una construcción más política –heredada de tiempos de la colonia belga– que biológica. Sin embargo, están tan interiorizadas en la población que son fuente de un odio y violencia inenarrable.
- ‘Cucarachas’ era el apelativo de los tutsis para los hutus. Despersonalizar al enemigo, quitarle la humanidad, justificar el odio, es un camino demencial. ¿Se te ocurren ejemplos más cotidianos de ese tipo de dinámica?
- Paul es un héroe. En el sentido clásico de la palabra. Un hombre que planta cara a lo injusto, que arriesga su vida, que se niega a renunciar a su humanidad. ¿Qué hace falta para ser un héroe?
- Paul se va enfrentando con los límites a la implicación de quien ve el conflicto a distancia. El coronel de la ONU: «Estamos para mantener la paz, no para imponerla. Tengo órdenes de no intervenir». El presidente de la cadena hotelera: «Estamos pensando en cerrar el hotel mientras duran los disturbios»… La evacuación selectiva, que solo lleva a evacuar a los europeos y blancos. «Tenemos que conseguir que sientan vergüenza», dirá el propio Paul en otro momento. ¿De qué depende la implicación?
- «Cuando la gente vea esas imágenes, dirán: ‘Dios mío, ¡qué horrible!’ y luego seguirán cenando», dice uno de los periodistas que intenta concienciar a la opinión internacional sobre lo que está ocurriendo. La verdad es que eso es lo que ocurrió durante meses… el mundo miró para otro lado. ¿Tal vez, de otra manera, sigue ocurriendo hoy con otros conflictos contemporáneos? ¿Dónde?
- La mujer de Paul le pide que él huya, dado que es hutu. La respuesta de él: «Jamás te dejaré» es la expresión más gráfica del amor radical, primero, incondicional… puro evangelio.
- «Las decisiones las tomamos juntos. Es lo que prometimos». Es lo que le va a decir Sophie a Paul cuando él intenta decidir por todos. ¿Crees que ahí Paul se ha equivocado?
- «Siempre hay sitio». ¿Qué te sugiere esa frase después de ver la película?