Porque es una película entretenida y que mantiene un gran ritmo, accesible y muy comprensible para la mayoría de los espectadores.
Ricardo Darín, como en otras tantas ocasiones, es genial. Sabe dar gravedad al asunto y ser emotivo y cómico dependiendo del momento.
Ha recibido varios premios y nominaciones, desde los Globos de Oro, Venecia, Goya o San Sebastián.
Está basada en hechos reales –asumiendo que no es nuestro país y no se puede juzgar a la ligera, al menos la mayoría de nosotros–, invitándonos décadas después a asomarnos a una época de la Historia tan cercana y atroz que no puede dejarnos indiferentes.