Está claro que para transmitir la fe – al menos en la pastoral- es necesario hablar de Dios. Más o menos, pero eso ya es discutible. Sin embargo, una de las tensiones que a veces surgen en todas comunidades, es la de domesticar el lenguaje religioso, o utilizar un lenguaje tan espiritual que al final refleja poco o nada una sana vivencia de la fe, y esta es una trampa que aparece más de lo que creemos…

Ninguna comunidad está libre de este fenómeno. Poco a poco, los miembros van aprendiendo -que no asimilando- un lenguaje y unas expresiones que de tanto ser usadas ya no se las cree nadie. Que, a priori, dan la impresión de mucha hondura, siempre acorde al carisma del lugar y agradable a los ojos de los pastores -o pastoras- de turno, pero que con el tiempo se vacían de contenido, porque resultan frases hechas que acaban justificando todo tipo de actos y decisiones con bonitas palabras, eso siempre. Y lo más grave es que, bajo un bonito barniz religioso y espiritual, cada uno hace lo que le da la gana…

El lenguaje crea realidad, pero si eso no viene acompañado de coherencia, esa realidad se vacía, y las palabras religiosas también se vacían. Es más delicado de lo que parece, porque puede crear relaciones falsas, también con Dios.

El lenguaje religioso no es un adorno estético, ni un peaje para agradar al responsable de turno, es un medio para transmitir la fe con hondura, respeto y autenticidad. No olvidemos que somos la religión de la palabra, tanto es así, que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Descubre la serie Tensiones de la pastoral

Te puede interesar

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.