Cuenta la leyenda que el autor de la querida imagen «del Cachorro de Sevilla», Francisco Ruiz Gijón, se inspiró en la cara agonizante de un gitano de Triana, conocido como el Cachorro, que había sido apuñalado en la calle. Dicen que la primera vez que salió el Cristo, allá por el año 1682, la gente reconoció en su cara al gitano y exclamaban: «¡Mirad, si es el Cachorro!»
Esta imagen representa a Cristo aún vivo, cogiendo el último aliento de su alma para expirar. Es el mismo Cristo que minutos antes había exclamado «Padre, Padre… ¿Por qué me has abandonado?». Es un Cristo que se siente desamparado, no solo por aquellos que le habían dicho que darían la vida por Él, sino por su propio Padre que le había encargado una misión en el mundo. Es un Cristo cansado y burlado. Es un Cristo que no comprende nada. Es un Cristo rendido a la voluntad del Padre y dispuesto a entregar el último anhélito de vida.
Este sentimiento que experimentó Jesús también lo experimentamos nosotros cuando no encontramos respuesta del cielo ante la muerte prematura de una persona cercana, ante una tristeza sin causa o ante los grandes problemas de la Humanidad. Muchas veces he rezado al Padre Dios enfadado diciéndole: «Pero ¿qué quieres de mí? ¿Por qué permites que suceda esto? ¿Dónde estás? ¿Por qué no te percibo? ¿Por qué no me van las cosas bien? Llevo una vida ordenada, rezo, intento hacer cada día aquello que te agrada, sigo tus consejos… y, sin embargo, Tú no estás. ¿Por qué, Señor?» Y entonces me bloqueo, maldigo, me enfado… Porque no es que Dios me haya abandonado, sino que yo en la oración lo he abandono a Él.
Necesitamos arte. El mismo arte que tuvo Francisco Ruiz Gijón para captar y plasmar la agonía de un ser humano con la del mismo Dios. Necesitamos arte para ser con el Señor uno hasta el final. Necesitamos arte y Gracia para tener memoria y confiar en su Palabra. Necesitamos arte para identificarnos con Jesús en la cruz: coger aire, mirar al cielo y encomendarse. Dios no da puntada sin hilo. De este modo, identificados con el Señor, podremos vivir ante cualquier dificultad y cuando salgamos por la puerta, alguno en su corazón exclamará: «¡Mirad, si es Jesús!»
Imagen: Cristo de la Expiración, Sevilla, Francisco Antonio Ruiz Gijón