Aún recuerdo con cariño esta frase de Leopoldo sj, del hermano jesuita que vivía con nosotros en el noviciado hace unos años. Quizá pueda sonar dura y poco romántica, pero para nosotros fue un regalo caído del cielo que nuestro querido Leopoldo nos regaló a muchas generaciones.
Pero, ¿qué misterio esconde esta frase? Posiblemente sea una de esas frases, en apariencia simples, pero que cuando te detienes y le dedicas un poco de tiempo, se convierte en una medicina espiritual no sólo para los religiosos.
En la vida, como sabemos, no todo lo podemos negociar. Muchas veces nos gustaría tener la posibilidad de elegir las cosas que nos suceden; la gente con la que compartimos actividades, incluso, cambiar cosas de nosotros mismos que no nos gustan. En la sociedad actual, falsos gurús como Llados, engañan diciendo que podemos modelar el futuro como nosotros queramos y, no es del todo cierto. Hay muchas cosas que hay que aceptar y eso no es fácil.
Leopoldo, nos quería enseñar que en la vida la virtud de la paciencia, el don de la resignación y el coraje de seguir caminando es algo importante que tenemos que cultivar en nuestro interior. Saber esperar, saber acoger y mirar al futuro es una gracia que nos la da Dios pero que tenemos que trabajarla todos los días.
Poner toda la confianza en Dios significa que aceptamos lo que venga porque Él, en quien confiamos, irá trabajando a través de su Espíritu en las cosas, personas y circunstancias. Tenemos campo de acción y el don de la libertad hay que ejercerlo, pero, ¡cuidado!, la mayoría de las cosas no dependen de nosotros, así que cuando las circunstancias se compliquen y nos entre el nerviosismo, repitamos esta frase como bálsamo para nuestra alma: “Paciencia tener, mucho aguantar y adelante seguir”.