Gracias porque soy como los demás hombres

Te doy gracias Señor,

porque soy como los demás hombres.

Intento estar seguro de mí

ante tu ausencia,

cuadro mi contabilidad

para no ser sorprendido

al final de la jornada.

Me comparo con los otros

y miro desde arriba

a los que juzgo pecadores,

y en la comparación, no en ti,

he puesto mi seguridad.

También yo tengo elaboradas

condenas de moda,

publicanos al servicio

de los que imponen su imperio,

pero escondo en la ambigüedad

mis pecados de siempre,

radicales trampas contigo,

abismales cortes con el otro.

También yo tengo mis seguros

de ahorros y diezmos,

pequeñas monedas al contado

con las que pretendo negociar

la falta de entrega a tu misterio.

También yo salgo satisfecho

de oírme a mí mismo

de pie en el centro del templo.

Como los demás hombres,

ya puedo abrirme a tu perdón

dándome golpes de pecho

al lado del publicano.

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