Aquí estoy Señor, doblado
como un signo de interrogación
que espera la respuesta
al ritmo urgente del deseo tan tirano.
Endereza mi pregunta y hazla
un signo de admiración agradecida.
Aquí estoy Señor,
hueco
como la palma de la mano,
hecha un cuenco
para recibir el agua
sin demora.
Distiende mis dedos
de mendigo ansioso
en un ágil gesto
de baile y alabanza.
Aquí estoy Señor,
curvado
como un anzuelo
que busca afilado
con su seguridad de acero
la presa tangible
como pago justo
a su esfuerzo tenso.
Ablanda mi rigidez
en el suave mecerse
del sedal sobre las olas.
Aquí estoy, Señor,
acogiendo tu don,
la alegría y la paz
de tu misterio.