Agotado ya de mis manías,
mis torpezas y mis miedos,
mis complicaciones y mis discursos…
agotado de ponerme al centro.
Agotado de que antes de intentar levantar el vuelo
ya me haya tropezado y enredado en mis cosas de siempre.
Agotado vengo hoy a Ti.
Esta vez rendido.
Ya ni queriendo volar,
sino como dejándome caer
hacia ese vacío del que sé
que sólo Tú me recogerás.
Ciego como Bartimeo,
con la garganta que me arde,
exhausto de gritar.
Te grito a Ti.
Pocas certezas me has regalado en esta vida.
Una es que mi grito sordo
entrelazado con mi propio amor, querer e interés
espera volver a Ti.
Vengo y grito con el eco de todos
los que han hecho de mí el que soy
y ojalá que con la estela
de quienes hayan escuchado Tu Nombre
desde los agujeros de mis corazas.
Agotado, hoy llego rendido a Ti
y noto que quien pone casa
para juntarnos a todos a la mesa
vuelves a ser Tú.