Cuando el corazón siente demasiada pereza para levantarse y dirigir mi palabra, dejo a la mente que desatasque mi voz. Delante de Ti no siempre puedo poner en orden mis palabras y necesito acudir a fórmulas aprendidas, recuerdos agradecidos y deseos de nuevas promesas cumplidas. Rebusco en lo más profundo de mi ser para encontrar lo que todavía consigue atraerme y moverme, lo que no dejaría escapar por nada del mundo al desván del olvido, lo que sigue siendo irrenunciable y no le puedo poner precio.