¿Quién no se ha sentido alguna vez fuerte, valioso, en marcha? Eufórico, contento, entregado, con las cosas claras, con ganas de continuar, agradecido por todo, apoyado y querido por los amigos o la familia, admirado por los compañeros… ?¿Quién no se ha sentido también decaído, pesimista, agobiado, incapaz? Son esos días tristes que parecen no pasar de nublado. Bien cuando surgen como algo puntual, peor cuando se convierten en una tónica…? Y Dios, que me quiere fuerte o débil, que me acompaña siempre, que me entiende y cuenta conmigo así…