Ahora que se acerca un tiempo en el que celebramos infinidad de comidas familiares, de empresa, encuentros de gente alrededor de una mesa… es una buena ocasión para orar sobre el sentido más profundo de la comensalidad. Sentarse juntos. Compartir historias, bienes, tiempo, cariño. Servir. Todo ello forma parte de esa experiencia tan común en distintos pueblos y culturas. Y es una imagen que a nosotros nos ayuda a comprender a Dios, el que prepara una mesa para nosotros, el que nos invita a sentarnos con él, para gustar juntos del pan, la paz y la palabra. ¡Buen provecho!