A veces, una época apenas tiene de estos malos momentos, y sin embargo, sé de qué hablo. En Cuaresma, rehaciendo nuestro ser cenizas, renaciendo de alguna manera, es momento para ponerlo delante de Dios y que sea él, sólo él, quien lo tome. Es su turno, yo a veces he agotado todas las posibilidades sin mucho éxito.