A veces uno vive con los ojos cerrados. Hasta que se produce el encuentro, y te descubres capaz de mirar, de otra manera, al mundo, a la vida, a la gente. Con los ojos abiertos la vida es más plena.
“…Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará…” (Is 35, 5-6)