Así se llama el himno que C. Tangana ha compuesto para el Celta de Vigo por su centenario. En los últimos días ya hemos visto en las redes vídeos con gente saltándolo y gritándolo en alguna discoteca. Creo que la imagen se repetirá, y es algo que hace pensar. Porque ¿cuántos himnos de clubes de fútbol hemos escuchado en una discoteca o en un pub? Pocos, diría. De repente, un género cuyo lugar natural es el estadio, destinado a sonar antes o después de los partidos, da el salto a un espacio y a un tiempo diferentes. ¿Por qué? se pregunta uno.
Seguramente, que el himno lo haya compuesto C. Tangana ayuda. A la hora de llegar a la fiesta y a la noche, no es lo mismo que si lo hubiera hecho la Filarmónica de No-Sé-Dónde. La canción tiene varios momentos álgidos que elevan el tono vital del personal, que permiten gritar juntos y ponerse en modo «aquí estamos y vamos a ganar». El fútbol es así, y Pucho lo sabe explotar muy bien.
Pero creo que el himno tendrá éxito más allá de las fronteras del Celta porque no es un himno sobre el club, sino sobre el celtismo. Tangana se ofrece a hacer una canción para el centenario, pero va y te cambia la pregunta. Esta ya no es: ¿qué es el Celta? sino ¿qué es ser del Celta? Entonces el centro ya no son Mostovoi o Yago Aspas, tampoco las gestas o los supuestos valores del club. Ahora el centro es la ría de Vigo, las bateas para criar mejillones, las pandereteiras y el grito ancestral del aturuxo, los aficionados que vuelven del otro mundo para ver, muy quietos y de negro, cómo los actuales llenan el puente de Rande cantando y bailando. Invitando a sumarse a cualquiera que «pase por ahí» y escuche el himno.
Cuando las preguntas se hacen profundas, sus respuestas pueden implicar a mucha más gente, sonar en muchos más sitios. Salvo que beneficiara a mi equipo, no creo que gritase nunca un gol del Celta. Pero si lo que estás celebrando y cantando no son tus intereses, sino lo que eres, entonces puedo unirme al jolgorio y bailar y gritar contigo «¡sempre Celta!». Porque yo también sé lo que es ser muy de algo o de alguien y tener una historia. También sé lo que es participar de un mismo espíritu.