La experiencia del amor hunde su raíz en la donación primera que uno recibe. Esto condensa el título de la encíclica Dilexit Nos (Nos amó), del Papa Francisco, destacando el dinamismo que genera la espiritualidad que brota de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Festividad que hoy celebramos.
Resulta curioso cómo la imagen del Corazón de Cristo, la profundidad de su misterio se proyecta en el mundo, revitalizando a través de consagraciones, imágenes, publicaciones, movimientos, o sencillos detentes y pegatinas en la funda de móvil de los jóvenes. Un mensaje sencillo y profundamente revelador: que Cristo nos amó primero (1Jn 4,10) y gracias al amor de Dios hemos creído. La donación primera que uno recibe, la que nos invita a salir de uno mismo para devolver tanto bueno recibido. He ahí el sentido del Corazón de Cristo, traspasado por amor, recordarnos que somos amados.
Nos amó, nos recordó el Papa Francisco, y es esa vivencia, la que sana, la que da sentido en medio del dolor, la que transforma la pérdida en esperanza y hace sereno el miedo. La vivencia del amor de Dios inunda de alegría y horizonte nuestra propia historia, sin artificios ni efervescencias, sino con sencillez y profundidad. Cuando uno contempla y se deja hacer por el misterio del Corazón de Jesús reconoce en esta devoción la carga de salvación que encierra.
El Espíritu sopla y el sensus fidei hace suya una devoción que se multiplica por el mundo; no puede ser casualidad, que en un mundo sin referencias estables, con verdades de moda y egos que tiranizan, los que buscan y esperan encuentren la Verdad en la herida de Aquél que por amor se entregó.
La festividad del Sagrado Corazón actualiza ese eco que atraviesa la historia – Nos amó– esa primera donación que nos invita a seguirle, y que si no lo amamos como Él merece, Él nos amará aún más, para cubrir aquello a lo que nosotros no llegamos. De eso habla la fiesta de hoy. En esto consiste el amor.
