Hoy escuchaba una entrevista en la radio de una mujer que había sufrido malos tratos, un relato tan duro y estremecedor, como enriquecedor en su capacidad de sobreponerse a tal barbarie. En la charla compartía una idea muy sencilla pero muy inspiradora: a veces nos centramos en lo que no podemos y nos olvidamos de lo que podemos. Si somos sinceros, a veces dedicamos muchos momentos a fijarnos en las limitaciones y dificultades de muchas situaciones del día a día y poco a poco vamos limitando los podemos que están en nuestra mano.
 
Es cierto que quizás no podemos solucionar el mundo, evitar muchas injusticias, mejorar muchas situaciones del día a día… pero seguro que en medio de todas estas situaciones hay algún podemos que esté en nuestras manos, algo tan sencillo como una palabra, un gesto, un silencio, una llamada, una sonrisa, un abrazo, un rato de conversación, un agradecimiento, una mirada cómplice, un wasap, un café…
 
Tampoco Jesús fue capaz de solucionar todas los problemas que se presentaron en su día a día, pero nunca se centró en lo que no podía, sino que su mirada siempre fue la de quien quiere ser fiel a su misión y al Padre, y así pudo centrarse en lo que podía: anunciar, ayudar, sanar, denunciar, acoger y así salvar.
 
Y yo, y tú, y nosotros ¿qué podemos…?

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