Podemos pasar por la vida de turismo, o intentar dejar huella. Son muchas las experiencias que nos pueden marcar a lo largo de los años: unas más agradables que otras, sin duda, pero algo que he aprendido hace años es que todas ellas son válidas, y por eso hay que dar gracias.
Vivir apurando cada segundo no quiere decir no ser consciente de los momentos que habitamos, ni pasar de puntillas porque la vida son dos días, que hay muchas formas de disfrutar. Se puede beber cada segundo de nuestra vida gastándonos en historias que merecen la pena, vividas con otros, para otros, de forma que al final, cuando hagamos nuestra última maleta, la llevemos llena de nombres más que de selfies.
…porque no es lo mismo que vivir honrar la vida…

Sole Giménez (con Rozalén)Honrar la vida (texto de Eladia Blázquez)

No,
permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir
ni honrar la vida.
Hay tantas maneras de no ser,
tanta conciencia sin saber, adormecida.
Merecer la vida no es callar ni consentir
tantas injusticias repetidas.

Es una virtud, es dignidad,
y es la actitud de identidad más definida.
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida.

No,
permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
honrar la vida.
Hay tanta pequeña vanidad
en nuestra tonta humanidad enceguecida…
Merecer la vida es erguirse en vertical
más allá del mar de las caídas.
Es igual que darle a la verdad
y a nuestra propia libertad
la bienvenida.
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida.

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