El arte de vivir me provoca cada vez más curiosidad. Me río al recordar la frase del colegio: “Los seres vivos, nacen, crecen, se reproducen y mueren.”. Sencillo, automático pero no suficiente. Creo que ahora definiría vivir como el arte de saber acoger la vida. Disfrutar, encontrar, mejorar… las personas, las oportunidades, las vivencias.
La trampa, si se puede llamar así, es lo mucho que se nos ofrece. Si uno no criba y elige, es imposible disfrutar con este ritmo de esa cantidad. Un de los textos que se me ocurren de la Biblia sobre esto es el de Mateo 7, 24-27: El hombre prudente que edificó su casa sobre roca.Para vivir uno necesita construirse. Las casas tienen cimientos, los árboles raíces y los hombre… ¿Qué hay en nosotros que nos sostenga?
Yo creo que el hombre nace, crece y se descubre. Hay personas, estados, ocupaciones que son para siempre, que ya forman parte de mí. Creo que cada uno tenemos unas grandes raíces. Son las que nos sostienen, nos alimentan, nos identifican. El árbol solo muda las hojas. Uno puede cambiar de casa, de coche, de abrigo pero no puede dejar atrás aquello que ha decidido ser. Desde que somos adultos se nos permite decidir, y eso nos va definiendo. Me defino como esposa, como creyente, madre, hija o amiga, sensible al dolor ajeno, solidaria, co-responsable con la sociedad en la que vivo…
En la vida como en los juegos no se debería hacer trampas. Uno no puede cambiar las normas cada vez que se aburre o no le va bien. Ganar o perder no es lo importante. Lo que realmente importa es si hemos descubierto a qué queremos jugar y con quién. La fuerza del para siempre está en los grandes tesoros, los que uno ha luchado por tener, los que cuidas y guardas en lo profundo, los que envejecen contigo y los que sueñas con dejar en herencia a los que quieres. Mis grandes tesoros son la fe en un Dios que nos quiere a todos, la vida compartida con un compañero fiel, la lucha por un mundo bueno y justo para el que está el último, la alegría de estar vivos.
Son mis certezas, mis elecciones, no tienen tiempo ni espacio, son parte de mi “para siempre”. ¿Y tú? ¿Dónde está tu “para siempre”?