Hace semanas que le doy vueltas… ¿motivos de esperanza en lo cotidiano?
Se me ha ocurrido hablarte, en muchas ocasiones, de uno de los grupos a los que doy clase. Son chavales (porque su edad así les categoriza), que han elegido una segunda oportunidad. Estar con ellos, escuchar o intuir sus dificultades, me lleva a preguntarme sobre la esencia de la persona. Muchos días salgo desanimada, para qué mentir. Sin embargo, descubro también en cada uno posibilidad, ganas de soñar futuro, aunque no sea en línea recta. Pero no es de ellos de quienes quiero contarte.
Otros días, cuando vuelvo en el metro de mi trabajo en el hospital, voy pensando lo que he vivido. Y me pregunto si comentarte de mis pacientes, y cómo su deseo de seguir al lado de quienes quieren se vuelve luz que atraviesa la enfermedad. Me saldría hablarte de uno y otro, de su fortaleza y coraje. O de los familiares, con su paciencia, ternura y cuidado. Pero no es de ellos de quienes quiero contarte.
Y los martes, cuando vuelvo tarde del Centro Arrupe, y mi examen del día se llena de agradecimiento por cada uno de los universitarios del grupo que se me regala acompañar. Es entonces cuando se me ocurre hablarte sobre cómo descubro a un Dios que se va colando en sus historias, en sus elecciones. Y cómo confirmo, semana tras semana, que hay gentes comprometidas con los más vulnerables y que se toman en serio eso de crecer. Pero no es de ellos de quienes quiero contarte.
Ni tampoco de mis compañeros de trabajo, ni de las gentes que me cruzo por la calle, ni de la explosión de colores que habita en los árboles y las flores del parque que frecuento, ni de los más pequeños del cole… no quiero contarte de ellos a pesar de que todos son destellos de esperanza en mi día a día. Pero a veces, sólo son eso, un destello.
Sobre lo que quiero contarte es acerca del embarazo. Sí, de la gestación. No sólo porque estamos en Adviento y sea una imagen muy sugerente para esta época, sino porque en la espera de la embarazada (como lo estuvo María de Jesús), la VIDA se va gestando en sus entrañas. Y creo que es esa Verdad la que le lleva a estar en el mundo de otra manera. Muchos de nosotros, por género, circunstancias vitales o caminos elegidos, no pensamos en el embarazo como algo que nos pueda pasar, pero, sin embargo, imagina por un momento el Adviento como un tiempo de embarazo en primera persona. Seguramente los destellos de esperanza en lo cotidiano se regalan a borbotones. Sin embargo, es la presencia de Dios habitando en mí la que me permite descubrirlos. Y, también, la que me invita a que se hagan vida en mis entrañas para volver yo al mundo y ser motivo de esperanza para otros.
¿Él ‘se gesta’ también en ti…?