Un buen amigo jesuita, repite muchas veces a partir del refrán: «¿que el ser humano tropieza dos veces sobre la misma piedra? ¡ojalá, la desgasta!». Creo que tiene mucha razón. Somos capaces de equivocarnos infinidad de veces en las mismas cosas. No se vosotros, pero yo tengo la impresión de siempre cometer los mismos errores, de confesarme de los mismos pecados, de meter la pata en el mismo charco una y otra vez. Intento mejorar, pero hay algo que te lleva al mismo agujero.
Estos días, cuando no hablan del ¡monotema catalán¡, los periódicos hacen referencia al crecimiento económico, que durante los últimos meses se está dando y que parece que deja atrás años muy complicados. La crisis, que ya parece algo del pasado, ha hecho mucho daño a muchas personas. En casi todas las familias y grupos de amigos hay gente cercana que le ha tocado más de cerca y cualquiera le dice que no recuerde todo lo que ha sufrido.
Y el cristiano, el ser humano, tiene memoria. Otra cosa es que no la ponga en marcha. No quiero fastidiar hoy con este escrito, pero creo que no nos podemos permitir caer en las mismas ‘piedras’ en las que ya hemos caído: no podemos volver a vivir por encima de nuestras posibilidades; no podemos especular con el dinero como si fuera un juego ficticio; no podemos pensar ‘cuanto más mejor’; todo eso no nos lleva a ningún buen sitio. ¡Que no se nos olvide! No podemos olvidarnos de todos los que sufren, porque hay muchos que lo siguen haciendo, y ellos nos piden, nos gritan, que tengamos memoria. Ojalá que para el problema de la crisis, pero también para tantas crisis que vivimos cada uno, recordemos que Dios nos ha dado memoria, para que la usemos.