¿Dónde está el libro de instrucciones para la vida? ¿Cómo se aprende a amar?

No sé en qué momento de mi historia, la realidad dejó de ser blanca o negra, las cosas perdieron la clasificación de buenas o malas, las respuestas no se limitaron a sí o no. Tantos caminos posibles y todos con sus bifurcaciones. Y nosotros, el mundo, empeñándonos en poner fronteras. No las hay, ni físicas, ni internas. ¿A o B?

Resulta que las hojas en otoño se caen, después salen, para florecer en primavera y después regalar los frutos. Veo árboles con ramas secas, otras con hojas, y también flores y naranjas ¡a la vez!. Y en un mismo día llueve, hace sol, voy en camiseta, y por la noche necesito ponerme el abrigo, y no es que las estaciones hayan quedado en ese día. Y piensa en lo metafórico… porque no me refiero al cambio climático. ¿A o B?

Donde ayer, –aunque fuera el ayer de hace varios años–, tenía un discurso sin titubeo, hoy callo. Y no es que las certezas hayan decidido hacer huelga. Es que la vida, con sus muchos matices, pinta una travesía que invita al silencio, y sólo puedo hablar si entre brochazo y pincelada llego a dar con el fondo del cuadro, que no es sino la complejidad del otro. ¿A o B?

Y el amor… a pesar de tanto que se ha escrito, de todas las canciones que protagoniza, de los versos que inspira… es muy difícil de acotar. Ni de mí misma podría decir de una sola vez cómo amo. Según a quién, según cuándo. ¿Y cómo me aman a mí? Ni en Dios descubro un amor lineal, aunque, a pesar de saberme indigna, sea esto –que me ama con infinita locura, a SU modo–, una de mis pocas certezas. ¿A o B?

Opción A, me he vuelto una relativista. Opción B, la vida es densa. Lo fácil sería meterme en el cajón A, y tratar de seguir manteniendo que la vida se construye en dicotomías. Es una posibilidad. Sin embargo, creo que para todos los que nos atrevemos o intentamos vivir sumergiéndonos en su entraña, la vida es intemperie, la vida es densa. ¿Libro de instrucciones? ¿alguien que nos enseñe a amar?

Una idea… aunque si no se está loco, quizás no sirva… Se trata del modo de UNO que, por amar hasta el extremo, por abrazar las intemperies de los otros, pasó por ser clavado en un madero; para acabar diciendo que, esa vida densa, de matices y diferentes texturas, la de cada uno, es en la que Él pone la última palabra de VIDA.

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