José Fernando Juan Santos es profesor. Su tarea se desarrolla en un aula, rodeado de adolescentes. Y esto se nota. Les habla con su lenguaje, pero en sus respuestas se transparenta que el autor es alguien inquieto, formado, y que dedica tiempo a pensar. La estructura del libro es clara. Tres partes (Dios, el cristianismo, y la Iglesia). Y en cada una de ellas, preguntas habituales que hacen jóvenes, sobre temas tan diferentes como la existencia de Dios, la ciencia, la Biblia, la Iglesia, el perdón, el sexo, la paz… (para cada tema, dos jóvenes plantean sus cuestiones, a veces cuestionando, otras pidiendo claridad…). Evidentemente, no se puede profundizar en todas las cuestiones (el libro no busca eso), sino abrir la puerta al pensamiento y dar pistas para comenzar una reflexión. Lo interesante es que las respuestas no son maximalistas, tajantes o radicales. Ofrecen matiz, que siempre es algo necesario, ya sea hablando de las fronteras, de la necesidad de los sacramentos o de la relación entre amor y sexo.
«Lo más difícil de este libro sea probablemente eso, darles voz para que se expresen aunque no sepan bien cómo preguntar sobre aquello que les inquieta y mueve, y ofrecer una respuesta que continúe el diálogo, que no lo zanje, que les permita seguir adelante con sus preguntas, quizás reformuladas. Todo para seguir viviendo lejos de la superficialidad, para no caer en la tentación cómoda de creer que sabemos todo y no respetar el misterio que somos y en el que nos encontramos inmersos desde el día en que nacimos».