Muchas personas hoy quieren y desear encontrar un modo de relacionarse con Dios. No todos saben. Estamos en un momento cultura y social en el que la tradición ha ido diluyendo el conocimiento sobre Dios, pero también, en los modos de relacionarse con Él. En este pequeño tratado sobre la oración, su autora nos ofrece una introducción, sencilla y valiosa. Lo mejor de este libro es que no es denso e impracticable. Con maestría y dando fe de su conocimiento de los místicos carmelitanos, nos va mostrando en la combinación de citas textuales de los santos, una explicación sobre lo que supone la oración. La espiritualidad carmelitana, bebiendo del pozo de la experiencia por allá por el siglo XVI, muestra un pensamiento y un modo de orar. La mayor característica, tan bien expresada por Santa Teresa, es que la oración es una relación de amistad con Aquel que sabemos que nos ama. ¡Qué simple y qué profundo! La oración no es otra cosa: un encuentro con la Presencia del Amor.
«Teresa escribe: “Procurad… pues estáis sola, tener compañía. Pues ¿qué mejor que la del mismo maestro?… Representad al mismo Señor junto con vos… Y creedme, mientras pudiereis no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos… tenerle heis en todas partes” (CP 26, 1). Debemos sencillamente estar con Dios, presentes con Él, porque de esta manera Dios puede estar presente en nosotros tan plenamente como desea. Teresa estaba convencida de que todas las bendiciones las recibía “solo porque deseaba y procuraba algún lugar y tiempo para que estuviese conmigo” (V 8, 8)».