Son muchos los motivos para leer este libro:
En primer lugar porque, aunque está escrito por un ateo y anticlerical -en ello insiste el propio Cercas-, tiene un acercamiento precioso a la fe católica. Trasmite mucho más que muchos mensajes cristianos y su mirada -a veces con cierto prejuicio- supone un enriquecimiento para los creyentes. Se trata, pues, de un acercamiento curioso pero auténtico.
Además, no escatime en acercarse al papa de una forma distinta. No elude los clichés pero no se queda en ellos. Tampoco soslaya la dimensión religiosa como a veces la prensa acostumbra a realizar. A su vez, tampoco cae en la papolatría ni en imágenes inmaculadas de lo que no es. Pero, en cualquier caso, evita una imagen tendenciosa y aséptica del papa Francisco.
Y por último, las conversaciones y los personajes transmiten una profundidad a la que no estamos acostumbrados. En ella se habla de la Iglesia, del papa, de la Compañía, del sacerdocio…y todo ello desde un nivel admirable. Sin duda, uno de los mejores retratos de Bergoglio que podemos encontrar.
“Bergoglio no tiene un prototipo ideal de cristiano; pero, si lo tuviera, ese prototipo sería el misionero: una prueba es que él mismo también quiso ser misionero. El misionero es quien practica al máximo la máxima virtud cristiana según Francisco, el principal atributo de Dios: la misericordia. Para Francisco, Dios es misericordia. El misionero ejerce la misericordia de forma radical, en los lugares más remotos, ásperos e ingratos, y lo hace porque está poseído por Dios, porque es un loco completo de Dios y cultiva la esperanza (o la certeza) de que, a través de esa misericordia insensata, contaminará de locura a sus evangelizados, compartirá con ellos su arma secreta, su superpoder imbatible, que es el amor de Dios. En este sentido, para Bergoglio un cristiano que no es de algún modo un misionero no es un cristiano.”