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 Hay libros que se leen. Otros se ven. Y sus imágenes cuentan historias. Muchas historias. Este es uno de esos libros. Un relato hecho con imágenes. Tan lleno de detalles, que siempre descubres algo nuevo. Habla el color, y las caras, y sus personajes. Y tras su fachada amable, habla de la vida en toda su complejidad, pero siempre desde la esperanza.

«Todo el mundo tiene una historia. No hay más que pararse a averiguar cuál es». De esto se trata este libro. De pararse, e ir viendo la historia del hombre de la flor. Un anciano que pasa por un mundo gris llenándolo de color al tiempo que regala flores. Y al mismo tiempo, se trata de ir asomándose a otras vidas. Una lámina tras otra, vamos viendo a infinidad de personajes, que pasan por el amor, el dolor, la soledad, el miedo. Niños y ancianos, hombres y mujeres, personas y animales. De todo hay, en las calles u oculto tras las fachadas de las casas.

 Un libro que todos podemos ver, los más jóvenes y los mayores. Y a todos nos cuenta algo, y todos podemos hallarnos en sus páginas. Una reflexión sobre la capacidad, tan humana, para poner pasión y vida en lo desvaído. Como ese hombre de la flor, todos nos iremos de los lugares en que estamos. Pero ojalá sepamos dejar una huella buena. 

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Editorial

Edaf

Año de publicación

2006

Páginas

22

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