Vicente Romero es periodista, y ha sido corresponsal de tve en muchos de los lugares más conflictivos del mundo. Durante sus viajes y reportajes ha ido encontrando a personas que viven curando, acariciando, ayudando a otros a salir de los infiernos… Lo hacen desde su fe en Dios o en la humanidad; mayoritariamente son creyentes, aunque algunos de ellos se manifiestan como agnósticos. El mismo autor se manifiesta no creyente, pero reconoce su sorpresa ante el Dios que transmiten sus “ángeles”. Sus vidas están tan inextrincablemente unidas a las de las víctimas del mal que al tiempo que conocemos unas nos asomamos con impotencia a las otras… Este es un libro que invita casi a contemplar y a rezar a la luz de un mundo trastornado; un libro que provoca esperanza y desesperanza a partes iguales. Esperanza por la luz que aportan los testimonios de quienes encuentran el sentido de sus vidas en vivir para otros. Desesperación por las dimensiones de un mal que desborda. Una vez que se empieza no se puede dejar de leer.
“Aquí se termina esa idea de un Dios bondadoso, que protege a los buenos y castiga a los malos. Cuando se cometen tantas atrocidades, cuando se cortan manos y pies, cuando te enteras de lo que han pasado estos niños, te preguntas dónde coño está Dios para no enterarse de lo que está sucediendo. Entonces atraviesas momentos de crisis, hasta que acabas por negar a aquel Dios todopoderoso en el que te enseñaron a creer, y descubres a otro Dios más profundo que se perfila entre las miserias humanas. Un Dios que te traspasa la responsabilidad de hacer algo. Un Dios al que a veces cuesta mucho ver, pero que encuentras en situaciones concretas muy fuertes. Un Dios que se pringa y te dice que te pringues, porque tú eres quien tiene que pelear para que las cosas cambien en lugar de esperar que las cambie él. Un Jesús que te necesita para que le ayudes, que te pide cada vez más. Pero que también te da fuerzas”. (130)