Cuando se construye un puente se acercan dos realidades, que no tienen por qué igualarse, sino más bien, comunicarse, hacer posible el paso de una a otra. Por aquí va el tema del libro que presentamos. Marina plantea la ética como el puente que soluciona un problema viejo pero que está siempre latente: la relación entre lo sagrado y lo profano. Su postura es novedosa, clara y vibrante, que no deja indiferente al lector pero que no está exenta de problemas: en el proceso de relacionar a Dios con el mundo, Marina acaba dando más importancia al puente (la ética) que a Dios mismo. Desde luego, llegar a concluir esto supone una labor titánica, y nuestro autor se remanga para hacerlo. En el libro no todo convence, pero estimula mucho y ayuda a hacer camino personal en este espinoso y apasionante sendero: la relación entre la ética y la religión, dos buenas porciones de lo que nos humaniza y hace felices.
“Voy a contar lo que veo. He titulado el libro “Dictamen”, y sólo a los que no conozcan el significado de la palabra les parecerá petulante. Un dictamen no es una sentencia. Es una opinión que se justifica públicamente, se somete a crítica, y está dispuesta a rendirse ante una justificación más poderosa. Es pues, una afirmación sin engreimiento. ¿Podemos saber algo seguro sobre la existencia de Dios? Si no existiera ese objeto cultural en nuestro entorno, ¿lo inventaríamos ahora? ¿Inventaríamos la palabra “Dios” si no la tuviéramos? ¿Por qué? ¿Es inteligente a estas alturas ser religioso?”