No se trata de un libro exegético que aumente el conocimiento bíblico de los relatos de Jesús. La búsqueda de entendimiento permite captar la vida sumergida, para hacerla nuestra y verdadera. Para poder adentrarnos en el misterio pascual necesitamos una armadura despojada: para ir teniendo luz a través de la Sagrada Escritura y dejar que nuestro corazón quede impactado por la mirada interior a los gestos y las palabras de Cristo. Cada día del triduo pascual explicita una gracia capacitadora para nosotros: el jueves santo es un día para conectar con el deseo profundo del amor extremo de Dios en nosotros, que nos invita a amar y a servir a los demás como Él lo hace. Una invitación profunda a descentrarnos para amar verdaderamente. El viernes santo, iluminado por la cruz y la muerte, nos adentra en un misterio que nos posibilita sentirnos amados también en la Pasión. Algo nuevo está aconteciendo desde ese justo lugar del siervo. Para el sábado santo, María y el silencio. Encontrar una fuente que sacia nuestra sed y nuestro deseo. Este libro nos posibilita acercarnos a un misterio que invita a la revelación del amor y de la vida resucitada, desde la admiración de la Palabra hecha carne.
«Por eso, quisiera que, al mirar y adorar hoy la cruz, no contemplásemos simplemente el lugar donde el Hijo de Dios muere, sino el lugar donde la muerte muere definitivamente, la victoria del amor sobre la muerte. O lo que afirma el Cantar de los cantares: un amor ‘más fuerte que la muerte’, que ningún torrente podrá sofocar (cf. Cant. 8, 6s). Se trata de que hoy experimentemos con serenidad la victoria del amor y esto haga que el corazón se sienta agradecido. En el patíbulo del Gólgota tiene lugar el duelo definitivo ente la muerte y el amor. Y este último es el que vence».