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La cristología quiere hacer más transparente el misterio central del Hijo de Dios encarnado, especialmente a la comunidad cristiana, pero también al mundo entero. En su recorrido moderno, paralelo al desarrollo de las ciencias como saberes rigurosos, ha convulsionado y no pocas veces se ha oscurecido su núcleo teológico y la profundidad antropológica, ética, salvífica o sapiencial. El profesor Serafín Béjar, con años en la Universidad de Granada al frente de este tema, es plenamente consciente de este devenir que ha alejado la reflexión cristiana y la vivencia cotidiana de su particular centro. Y quiere, con la perspectiva renovada de la fenomenología de la donación, superar esos anclajes en los que parece haber encallado la transmisión evangélica. De este modo, en los diferentes capítulos, encontramos una cristología sistemáticamente presentada con un lenguaje y voz actual, que hace síntesis con lo mejor de una bella tradición heredada.

Nos alimenta preguntarnos activamente por quién es Jesús, el Cristo, y por qué recibe esos títulos, y por qué entablamos con Él una relación tan especial. Nos alimenta con solidez y consistencia, después de muchos relatos y narraciones, después de encuentros y experiencias de todo tipo. De algún modo, esta formación ordenada nos consolida y fortalece, ayudándonos a encaminar ciertas respuestas y razones de nuestra fe. En el libro, como se verá, no se ahorran dificultades, ni tampoco se hace una presentación débil del misterio cristiano. Es más, a lo largo de sus capítulos se verá la enorme cantidad de relaciones que tiene con otras dimensiones fundamentales de la vida cristiana: el Dios Trinidad, la misión del Espíritu, las propias búsquedas, la relación con el otro, el compromiso con el mundo, la importancia de la misión, la vida eclesial, la liturgia y oración, la acogida de la revelación, la vocación al seguimiento…

“La condición filial es recepción, pasividad y procedencia. La predisposición de Jesús al servicio solo puede comprenderse como la consecuencia de este saberse recibido: “Porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45). Además, el Padre es donador porque envía: “El Padre me ha enviado (Jn 5,36; también cf. Jn 3,17.34); y el Hijo es don porque ha sido enviado: “El que recibe a quien yo envié me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado” (Jn 13,30; cf. también 10,36). “El acto de Dios para con el mundo se expresa como un envío y la situación específica de Jesús como una procedencia.” Por tanto, Siervo y Enviado son denominaciones equivalentes a la de Hijo.” (p. 150)

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Editorial

Sal Terrae

Año de publicación

2024

Páginas

385

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