Dimitir por llegar dos minutos tarde. Es lo que se planteó hace unas semanas un político británico por retrasarse dos minutos en una sesión parlamentaria. Es verdad que ocupaba un cargo considerable, que ser político conlleva dar ejemplo y que como se decía en Spiderman: «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». No hace falta remarcar que el modo de vivir y entender la puntualidad entre la cultura británica y la latina es considerablemente diferente, pero si tuviésemos que abandonar todas las responsabilidad y compromisos en los que llegamos tarde, muchos de nosotros tendríamos que dimitir hasta de la propia vida.

Hay gente que vive y encuentra el sentido de su vida únicamente en cumplir las normas de convivencia y de paso mirar de reojo las meteduras de pata de los otros. Pero no hace falta llegar al otro extremo y considerar que estas no valen para nada o que ser puntilloso en su cumplimiento es ser un obsesivo-compulsivo. Ser educado, respetuoso y cumplidor no es algo esnob ni pasado de moda. Estar atento a los detalles implica que las otras personas importan, porque el cariño no se demuestra solo con palabras. La buena educación es el primer paso para el reconocimiento del otro. A veces no hace falta irnos lejos o gastar el tiempo en grandes obras, quizás baste con estar atento al detalle y cuidar la convivencia, porque más allá de cumplir las normas le estás diciendo al prójimo que es alguien importante y que su vida cuenta.

Y es que siempre estará presente en nosotros la cuestión de cómo entender las normas –del tipo que sean–. La tensión entre ubicarnos en ellas como una trinchera segura donde todo lo de fuera significa riesgo o entender la vida sabiendo que las bandas son una parte más del campo que no debemos olvidar. Las normas –tan mejorables como necesarias– están para ayudarnos, en nuestra mano está entenderlas como un fin, y hacer de ellas un obstáculo o una guarida, o sentirlas como un medio que nos une y relaciona con el resto del mundo. No se trata tanto dimitir cada vez que metemos la pata, tiene que ver con mirar un poco más lejos de nosotros mismos y ver el mundo con mayor perspectiva.

Te puede interesar