Hoy dedicamos el día a recordarnos que todavía tenemos por delante la tarea de acabar con la miseria en nuestro mundo, es el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Podemos quedarnos en el TT, el hashtag y la publicación en Facebook. Podemos quedarnos en la foto de la pobreza, en compartirla y publicar, sinceramente, que queremos erradicar la pobreza. Pero sabemos que quedarnos ahí sería hacer lo de todos los años.

Ayer el Papa se dirigió a la FAO, el organismo de Naciones Unidas para la alimentación, y si algo nos trajo su intervención fue el recordatorio de que nos enfrentamos a realidades que tienen remedio. El hambre, la pobreza, no son incurables. No podemos dejar caer los brazos en la impotencia de creer que nos enfrentamos a un abismo del que no podremos salir. El Papa nos ha llamado a salir de esa comodidad del «¿qué puedo hacer yo, que soy sólo una gota en el océano?», nos ha puesto delante la realidad de que, yendo a la raíz del hambre, de la pobreza, acabaremos con el sufrimiento de tantos en nuestro mundo que no tienen ni siquiera un mínimo para vivir.

El cambio climático, los conflictos, pueden ser realmente detenidos, y con ellos todas las consecuencias, todo el dolor que traen. Esto no es solo un deseo bienintencionado, no podemos resumirlo a una aspiración de utopía. Es hora de que nos lo creamos. Que creamos que un mundo más cercano al amor es realmente posible. De nada vale quedarnos en la denuncia si no nos ponemos marcha, afirmó el Papa. Y esa es una tarea para todos, no sólo para ministros, gobernantes, líderes… Ponernos en marcha contra la pobreza está en manos de todos nosotros, de cada uno, cambiando nuestro estilo de vida, de consumo…

«No podemos conformarnos con decir ‘otro lo hará’» nos decía ayer el Papa. Dejémonos interpelar por estas palabras.

Te puede interesar